14 de Julio, 21.30 horas, nos acercamos al estadio de la Cartuja. Gran ambiente en los exteriores. Público caliente por dentro y por fuera, la temperatura rondaba los 40 grados a estas horas de la tarde, es lo que tiene Sevilla en el mes de Julio.
Una vez dieron las 22.00 horas, empezó el espectáculo, la Dama de Hierro saltaba al escenario ante 15.000 personas que ocupaban hasta la bandera uno de los fondos del estadio olímpico.
Desde el principio la acústica del estadio dio su toque negativo a la noche, no dejando apreciarse con nitidez ni guitarras ni bajo. La batería quizá era lo más destacado.
Empezó el show con Doctor Doctor de UFO, inicio de los shows del “THE BOOK OF SOULS WORLD TOUR”.
Bruce Dickinson, vocalista de la banda lucía una manga larga que sorprendía a todo el público congregado dada la temperatura que los que estábamos en el estadio apenas soportábamos con sudores importantes.
El repertorio fue similar a los shows anteriores de Lisboa, Galicia, etc.
La primera parte del bolo fueron bastantes temas nuevos, y la segunda parte gran parte de clásicos.
Al inicio del segundo tema, Bruce dedicó en inglés unas palabras a los promotores o managers que no entendí con nitidez, pero había un cierto descontento cuyas razones desconozco.
Para un servidor faltaron bastantes clásicos, pero eso es como en el fútbol el dicho de “todos tenemos un entrenador dentro”, y es que siempre va a haber temas que falten para los fans de la banda. Personalmente me quedo con “Run to the hills” como un necesario, pero es siempre discutible.
Sonaron “Children of the damned”, “trooper”, “powerslave” entre otros de los temas clásicos. Quizá para gran parte de fans de la banda demasiados temas nuevos, pero así son las giras de presentación de discos, y así lo debemos asumir, toca “presentar” lo nuevo.
Desde 1975 llevan los británicos dando buena muestra de su heavy metal sobre los escenarios. Personalmente no los veía desde finales del siglo XX en Dos Hermanas (con Blaze, gran diferencia para mejor con Bruce), y sorprendentemente no les pesan los años a estos chicos de Londres, impresionante la forma física de prácticamente todos.
Bruce sin parar de correr por las plataformas cambiando de vestimenta en varios momentos del concierto según patrón predefinido, Murray y Smith siempre presentes en primera línea, al igual que Steve Harris, con guitarras y bajo y estética clásica.
Nicko McBrain permanecía fuerte en su silla de batería y con un número de timbales y platos impresionante sólo de verlo, desconozco cómo se puede saber qué estás tocando con tanto sitio al que golpear y sonar de fábula.
Cómo no, a medio concierto, sonó el “the book of souls”, título que da nombre al LP aquí presentado.
Siempre Eddie salió a relucir en forma de mascota andante jugueteando con los músicos que pasaban por debajo suya, o una esfinge de fondo en formato escultura. Impresionante luminotecnia que compensaba la antes comentada escasa calidad del sonido (comentado por muchos de los asistentes con los que tuve oportunidad de contrastar opiniones).
Más clásicos “hallowed be thy name”, “fear of the dark” (quizá el momento más álgido de la noche) o “Iron Maiden” y “the number of the beast” casi terminando el show.
Terminó todo con el “wasted years”, uno de los clásicos acertados para rematar la faena.
El público altamente satisfecho con lo positivo: gran forma de la banda, espectáculo con letras mayúsculas, felicidad de noche, y compensando lo negativo del calor y del sonido muy mejorable.
Todos nos fuimos a casa con el “always look on the bright side of life”, de Monty Python con la satisfacción de ver a uno de los fenómenos aún vivos del siglo XX. Como algún día escuché a un famoso periodista musical nacional, sólo los grandes llenan estadios, y casi todos los grandes se mantienen hace décadas. Y es que a las bandas nuevas les cuesta llenar de esta forma y llegar a este nivel de audiencia.
Up the Irons!
David Piña.
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